viernes, 12 de noviembre de 2010

¿Qué es una obra de arte?

Ya sé que parece un poco fuerte la primera entrada del blog "¿Qué es una obra de arte?", ¡dios mio, si suena a sentencia artística lapidaria y cultureta! Pero en verdad es un simple texto que escribí hace como tres años pensando que algún día empezaría un blog sobre mí y sobre el arte y vendría al caso. Y mira, no me ha venido mal :)

Yo todavía estoy en busca de mi propia definición de arte. De momento, intento beber de todos los lugares que puedo, observo, analizo, le doy vueltas al coco, asimilo; todas esas cosas que se vuelven el doble de intensas por ser las nuevas experiencias que te aporta el primer año de carrera. Es el momento en el que uno más claro tiene la frase de “Estoy empezando a descubrir”. He querido inaugurar este modesto blog con un texto sacado del libro que me estoy leyendo en estos momentos, “¿Para qué sirve el arte?” de John Carey. Al principio de sus páginas he encontrado una definición de obra de arte que me ha hecho sentir bastante satisfecha, o al menos todo lo satisfecha que me puedo sentir tras vanos intentos de encerrar en palabras un concepto tan amplio. Aquí lo dejo, no pensando en ello como unas directrices que rijan sistemáticamente los principios de mi trabajo, pero sí como un tributo que antes no estaba y ahora formará parte de ellos.
Al comienzo de este capítulo decía que no solo iba a formular la pregunta <<¿Qué es una obra de arte?>>, sino que también iba a responderla. Y ha llegado la hora de hacerlo. Creo que Danto tiene razón cuando aduce que la respuesta no puede hallarse en los atributos físicos del objetos mismo. Cualquier cosa puede ser una obra de arte. Lo que la convierte en obra de arte es que alguien piense que lo es. Para Danto, ese alguien debe ser miembro del mundillo artístico. Pero ya nadie, excepto el mundillo artístico, lo cree así. El mundo del arte ha perdido credibilidad. El electorado se ha expandido; de hecho, se ha vuelto universal. Mi respuesta a la pregunta <<¿Qué es una obra de arte?>> es: <<Una obra de arte es cualquier cosa que alguien la considere como tal, aunque solo lo sea para ese alguien>>. Además, los motivos que nos llevan a considerar que algo es una obra de arte son tan diversos como diversos son los seres humanos. A mi entender, esta es la única definición lo bastante amplia como para abarcar, por una parte, la Primavera y la Misa en do menor, y, por otra, una lata de excrementos humanos y una corbata azul pintada por un niño.
De esto se desprende que el antiguo uso de <<obra de arte>> como calificativo elogioso y que implica pertenencia a una categoría exclusiva se ha vuelto obsoleto. La idea de decir que con solo decir que algo es una obra de arte estamos confiriéndole una suerte de sanción divina es hoy tan respetable intelectualmente como creer en los duendes. Tras el incendio del almacén de Momart y la indiferencia de la reacción pública, Tracey Emin dijo por la radio que sus amigos extranjeros se habían compadecido de ella por vivir en un país donde las obras de arte tenían poco valor. Ahora estamos en condiciones de entender que su indignación y la de sus amigos, aunque comprensible, derivó de una simple malinterpretación del pensamiento moderno. Emin y sus amigos suponen que existe una categoría especial de cosas llamadas <<obras de arte>> (a la cual, según creen, pertenece la producción de Emin) que son intrínsecamente más valiosas que aquellas cosas que no son obras de arte y que, en consecuencia, merecen admiración y respeto universales. Hoy sabemos que estos presupuestos de finales del siglo XVIII ya no tienen vigencia ni valor en nuestra cultura. La pregunta <<¿Esto es una obra de arte?>>, formulada con enojo, indignación o simple perplejidad, solo puede tener, hoy en día, una respuesta: <<Sí, si usted cree que lo es; no, si usted cree que no lo es>>. Si esto parece lanzarnos de cabeza al abismo del relativismo, lo único que puedo decir es que en realidad siempre hemos estado en el abismo del relativismo, suponiendo que sea un abismo.
Mi definición, es, creo, la misma a la que siempre llegaba Danto con sus razonamientos. En muchos momentos, tal vez sin darse cuenta, deja en manos del juicio individual preguntas relativas a la identidad de las obras de arte. Por ejemplo, al analizar si hay un límite para las cosas que pueden considerarse obras de arte, apunta:
"En mi opinión, hay casos en los que sería erróneo o inhumano adoptar una actitud estética, colocar a prudente distancia física ciertas realidades: por ejemplo, ver una revuelta popular en la que la policía saca a relucir sus porras como una especie de coreografía; o ver a las bombas que explotan como crisantemos místicos nacidos del avión que las ha dejado caer."
Así es. Pero hasta el momento hadie ha cuestionado que el mundillo artístico sea el dueño exclusivo de la decisión de qué es o no arte. Se admite que la misma cosa pueda ser una obra de arte para una persona y no serlo para otra. Si alguien cree que algo es una obra de arte, lo es. La inagotable potencia de sus razonamientos empuja a Danto al borde del abismo, pero no logra reunir el coraje necesario para dar el salto.
Un resultado curioso de la definición propuesta es que hay muchos menos expertos en arte de los que imginábamos. La actitud ignorante respecto del arte solía ser parodiada con la frase <<Yo no sé nada de arte, pero sé lo que me gusta>>. Según parece, eso es lo único que todos nosotros, sin excepción, estamos en condiciones de decir. Por supuesto, hay académicos y críticos profundamente versados en una o varias disciplinas artísticas, pero las respuestas del común de los mortales a las obras de arte son casi infinitamente variadas. Y hemos visto que para conocer una sola pintura, un solo libro o una sola pieza musical, sería necesario conocer todas las respuestas. Una obra de arte no se limita a la manera en que una determinada persona responde a ella. Es la suma de todos los sentimientos sutiles, íntimos, individuales e idiosincrásicos que ha provocado a lo largo de su historia. Y nosotros no podemos conocer esos sentimientos porque están muy bien guardados en las conciencias de otras personas. Y si no podemos conocerlos, tampoco podremos conocer ninguna obra de arte, ni siquiera una sola. Todo indicaría, entonces, que ninguno de nosotros sabemos mucho de arte, pero todos sabemos qué es lo que nos gusta.
Para mí, ahora mismo, el sonido acompasado de una respiración colándose sin permiso por los resquicios de mi puerta podría ser una obra de arte…

Algún momento del curso 2007-2008

1 comentario:

  1. Me encanta esto. Me gusta mucho tu blog. Me encanta la combinación de colores, es todo superchachi.

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